Rosario Weiss Zorrilla, la alumna aventajada de Goya

Madrid

Como la cabra tira al monte y en este caso no es por la egiptología sino por mi apego a la magia y su historia, cuando leí hace años por primera vez el nombre de Rosario Weiss, inmediatamente me vino a la cabeza la figura de Eric Weiss, el verdadero nombre de Harry Houdini, el célebre mago escapista americano de origen húngaro. No había nada de conexión entre ellos, o al menos así lo parecía a primera vista. En el caso de Rosario su apellido venía de su abuelo paterno alemán. Su relación con Goya viene porque su madre, Leocadia Zorrilla y Galarza, era la pareja, diríamos hoy, de Goya en sus últimos años. Y ahora que lo pienso, volviendo la cabra al monte, la primera tumba excavada por un español en Egipto, fue en la meseta de Gizeh y la hizo el marqués de Galarza, que seguro que tenía algo que ver con Leocadia. Pero centrémonos en Rosario.

La niña pintora

Francisco de Goya debió de ver en esta niña (1814-1843) una suerte de alumna en la que quiso legar algunas de sus virtudes. De ella decía “Esta célebre criatura quiere aprender a pintar de miniatura, y yo también quiero, por ser el fenómeno tal vez mayor que habrá en el mundo de su edad hacer lo que hace”. Y así debió de ser porque de los casi ochenta dibujos con que cuenta la Hispanic Society que en un principio se creían de Goya, son en realidad Rosario.

Desgraciadamente la joven murió con apenas 28 años en Madrid víctima de la impresión que le dio ver el motín que se había originado tras la salida del gobierno de Espartero a las puertas del palacio en donde daba sus clases de dibujo. Otras informaciones dicen que falleció por un problema intestinal que perfectamente podría haberse producido por la impresión de ver el motín.