Las hijas de Ascensión Mendieta, símbolo de la lucha por la Memoria Histórica, reclaman dignidad para la tumba de su madre

Madrid

Ascensión Mendieta viajó con 88 años hasta Argentina buscando por el principio de justicia universal la exhumación de su padre, Timoteo, un carnicero y sindicalista fusilado en 1939 y enterrado en una fosa común de Guadalajara.

Lo consiguió y la jueza Servini ordenó su exhumación. Ascensión recuperó los restos de su padre en 2018. No fue el único. Otras 22 familias también lo consiguieron gracias a su empeño. Ella, que se había convertido en el símbolo de la lucha por la Memoria Histórica, murió dos años después de conseguirlo. Tenía 93 años. Los dos, Timoteo y Ascensión descansan juntos en una tumba del Cementerio Civil de La Almudena.

Ahora son sus hijas las que piden dignidad para los que están enterrados allí. Denuncian el estado de abandono en el que se encuentra, suicidad, papeleras tiradas, trapos, latas, papeles y flores secas, falta de cuidado de sus calles, parterres secos, maleza que cubre tumbas, y las propias tumbas, muchas de ellas centenarias hundidas.

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Pilar y Chon Vargas Mendieta limpian su lápida, cepillan las letras y colocan flores de tela nuevas que aguanten el sol. "El Ayuntamiento debería estar obligado a dar dignidad a los que están aquí". Es como una "cochiquera" se lamentan, "como si en vez de animales metieran personas, pero aquí están nuestros seres queridos y se merecen decencia". "Todo el que esté enterrado aquí necesita un descanso digno y hay que reivindicar dignidad en esa memoria".

El Ayuntamiento de Madrid asegura que hay servicio de mantenimiento y jardinería como en todos los cementerios y que en los últimos 6 años se han invertido 9 millones y medio de euros en reformas en la Almudena, cementerio en el que se integra el civil. En este momento cuenta con solo un vigilante por turno a pesar de que, con sus 120 hectáreas, es el más grande de Europa occidental. El civil es una mínima parte.

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