La enfermera de Aranda que con 15 años trabajó en el Santos Reyes

Acaba de cumplir los 65 años y decir adiós al mundo sanitario, aunque en él empezó muy pronto. Demasiado pronto. Amparo Tapia nació en Quintanaraya, pero ella siempre se ha sentido arandina, porque se mudó a la capital ribereña muy joven junto a sus padres. Siempre tuvo la curiosidad de ayudar y cuidar a los demás. Por eso, no dudó con 15 años a entrar a trabajar en el Hospital de los Santos Reyes. Tapia dio con la historia de los casi 500 años del hospital que contamos hace meses y nos trasladó la suya. Hasta los 18 años trabajó, aprendió, e hizo un «premáster» de enfermería en Aranda, y se fue a Barcelona a estudiar esta materia. «Son muchos los recuerdos. Me acabo de jubilar y esto es recordar mis principios y eso remueve. Son recuerdos de cariño, ilusión y pena porque yo era muy joven y a quienes conocí en el Santos Reyes ya han desaparecido. Yo tomé contacto con el hospital en 1972, antes de empezar la reforma que tuvo. Era un centro asistencial de cuidado de personas pobres. Y fue cambiando con los años de concepto, ampliándose y dotándose de medios», cuenta, explicando que «lo mío de entrar tan joven fue algo casual, porque mi madre estaba digamos muy avanzada en su tiempo y siempre quiso que sus hijos tuvieran una buena formación». Por eso, «siempre he tenido esa necesidad siempre de darme a los demás, y le dije a mi madre con 15 años que claramente quería ser enfermera, y ella lo veía como algo muy complicado, pero como en Aranda en esos años se conocía todo el mundo y teníamos conocidos en el hospital pues se lo comentamos, e hice allí labores de todo tipo». Tapia explica que «mi labor era de todo, de cuidados en cualquiera de sus rangos, desde el cuidado personal a incluso fregar cocinas y hacer todas las labores». Después, tras la ampliación, «se hicieron habitaciones con baño y se especificaron más los cuidados espaciando las especialidades aunque no había muchas en Aranda, digamos que solo estaba lo más básico». «Os podría hablar de las primeras enfermeras que había, pero eran tan pocas, que las que ya teníamos una cierta experiencia nos dejaban los cuidados de enfermos hasta donde nosotras podíamos llegar. Era como una función como de auxiliar en toda regla», cuenta. Tras estudiar cuatro años Enfermería en Barcelona en el Hospital del Mar, Amparo regresó a Aranda para seguir trabajando, esta vez en el Menfis. «Mi madre no quería que me quedara allí aunque tenía incluso trabajo, y como se había inaugurado la nueva clínica Menfis que contaba con muchos medios, y me apetecía conocer y seguir en contacto con otros hospitales y ampliar horizontes, estuve trabajando allí hasta el 83, cuando por cuestiones personales me acabo desplazando a Madrid que es donde actualmente vivo», expresa. En la capital de España hizo oposiciones y ha trabajado en el Ayuntamiento de Madrid -como enfermera-, pero siempre tuvo sus recuerdos presentes. «Aranda era muy diferente a lo que es ahora que yo lo recuerdo con mucho cariño. Son mis orígenes, mis amigos, mi primer colegio, mi primera comunión... Es algo muy bonito. Era un pueblo ya grande y recuerdo con cariño las fiestas patronales, cuando empezaron las peñas y los grupos de amigos nos disfrazábamos, y sobre todo los domingos de comprar las chuches e ir al cine a la sesión de las 16 horas. No tenía nada que ver a lo de ahora», refleja, especificando que «mis padres se han ido que era el mayor arraigo que tenía allí, pero tengo aún primos y la casa donde he crecido sigue estando, con lo cual tengo la raíz pero me falta lo más importante, que son mis padres, y siempre voy al Día de la Función porque es donde me casé y donde sé que siempre van a estar mis raíces». Tapia, desde la distancia o la cercanía, seguirá viviendo su pasión por la sanidad y la ayuda a los demás a través de sus recuerdos. Siempre apuntarán al hospital en el que todo empezó. La charla con Amparo puede reproducirse al completo en el audio superior.

La enfermera de Aranda que con 15 años trabajó en el Santos Reyes

Amparo Tapia descubrió en el hospital ribereño su vocación sanitaria que después desplegó en Menfis y posteriormente en el Ayuntamiento de Madrid

Jorge Alvarado