Ocio y cultura

Diego y Héctor, las manos que garantizan la supervivencia del 'tentenube' de Fresno de la Vega

La villa hortelana de la vega del Esla cumple un año más con la tradición de tocar a 'tentenube' para espantar al granizo

Héctor y Diego, el futuro del ‘tentenube’ de Fresno (31/1/2023)

Héctor y Diego, el futuro del ‘tentenube’ de Fresno (31/1/2023)

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León

El pasado noviembre la Unesco declaró el toque manual de campanas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Una tradición que en la provincia tiene uno de sus máximos exponentes del Fresno de la Vega. En esta villa ribereña del Esla mantienen vivo el 'tentenube', el repique con el que buscan espantar a los 'renuberos', los malévolos genieciellos responsables de la fabricación del temido granizo. Quizás por su especial vinculación con el campo en este es el único rincón de la provincia donde se ha practicado de manera ininterrumpida desde tiempo inmemorial. Ni el covid, ni otra pandemia peor como la de la despoblación, ha conseguido frenarla.

Parece, además, que su continuidad está garantizada, al menos para unos cuantos años, gracias a Diego y Héctor. Dos chavales que empezaron a subir a la torre cuando eran aún unos rapaces de siete años y que ahora que rozan la mayoría de edad. Han aprendido no solo el toque de 'tentenube', sino otros cuantos más del repertorio de Fresno. Uno de sus principales mentores ha sido Antonio Bodega, maestro campanero del pueblo por excelencia que aún se anima a tirar del badajo en esta fría tarde de enero.

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Y es que en Fresno a 'tentenube' se toca en la noche del 31 de enero, víspera de Santa Brígida y San Severo. Es entonces cuando los 'renuberos' se reúnen para formar el granizo. Una labor que dificulta el tañido de la campana. Varios vecinos del pueblo suben a la torre mudéjar de la iglesia de San Miguel, una atalaya que domina la vega del Esla. En estas noches de 'tentenube', en ese ambiente casi sobrenatural que se forma en el angosto espacio del campanario, con los oídos tapados con algodón y la escasa luz que rompe la oscuridad de la noche invernal, fue donde prendió en Diego y Héctor la afijación al toque de campanas. "Las primeras veces subimos con nuestros padres y sus amigos. Nos gustó, empezamos a tocar y hasta ahora", explican. Lo que en principio fue infantil curiosidad, se ha transformado en una pequeña pasión.

Nunca faltan a su cita con el 'tentenube' pero ahora se han convertido además en los que tiran del carro de las campanas en Fresno. Suben en fiestas como las de San Isidro o el Corpus a tocar 'a gloria'. Han aprendido otros toques como 'a presas' o 'a muerto'. Y se han sumando a la recientes iniciativas de toques simultáneos de campanas como los que tuvieron lugar con motivo de la declaración de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Héctor y Diego posiblemente no son muy conscientes de la importante contribución que están realizando al mantener viva una tradición que la despoblación de las zonas rurales amenaza con destruir. De momento, quieren seguir aprendiendo y están dispuestos a subir al campanario siempre que sea necesario.

Pablo F. Bodega

Redactor de Radio León

 
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