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Opinión

Negras togas

La opinión de Juan Miguel Alonso (21/12/2022)

02:07

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León

El Poder judicial es desde hace mucho el brazo armado de la derecha y la extrema derecha, un contrapoder secuestrado por togados melancólicos de los viejos tiempos y dispuesto a hacer el trabajo de oposición que el frágil Feijoo no puede.

La ignominia de jueces que no cumplen las leyes, que , como okupas togados, se niegan a abandonar su sillón, que no se abstienen ni siquiera cuando deciden sobre sí mismos, es una muestra demasiado transparente de la degradación a la que hemos llegado.

A mi también me provoca bochorno las reformas de los delitos de malversación, que son sólo moneda de pago para los socios del prucés y alimento para chorizos presentes y futuros, pero ni eso ni el otro centenar de excusas recreadas por la derecha justifica el espectáculo bochornoso de las togas. No es verdad que el gobierno social comunista fomente el descrédito del poder judicial, este no necesita a nadie, a la vista del curriculum de algunos de sus miembros, de su altura ética, y de la manipulación más grosera e ideológica en la aplicación de las leyes.

Hace algo más de nueve meses, Alberto Rodríguez se dirigía por escrito al Tribunal Constitucional para pedir la devolución de su escaño. Había sido condenado por el Tribunal Supremo a un mes y medio de cárcel por patear a un policía y, después de varios informes y consultas, la presidenta del Congreso de los Diputados decidió que su sentencia también implicaba la pérdida de su asiento en la cámara baja por Unidas Podemos. Las medidas cautelarísimas fueron rechazadas, la Fiscalía se pronunció a su favor y en todo este tiempo el tribunal de garantías no ha incluido este asunto en su orden de día a pesar de tratarse de un proceso de medidas cautelares y, en teoría, urgentes. Parece que el concepto urgente es ambiguo y el de cautelarísima es discrecionalísima.

No es un golpe, porque nadie se levanta para tomar un poder por la fuerza, sino más bien un atrincheramiento ilegal y vergonzoso que permite hurtar a la mayoría popular su representación en los órganos judiciales.

Menos mal que estos eran los constitucionalistas , defensores de la ley .

 
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