El mundial de la vergüenza

Palencia

No es solo fútbol, es mucho más.

El Mundial que empieza dentro de unos pocos días no es un Mundial más, es un Mundial que va a celebrarse en uno de esos lugares del mundo dónde el dinero vale más que la vida humana, dónde las constantes violaciones de los derechos humanos debería avergonzarnos y movilizarnos para denunciarlas, una y otra vez, hasta intentar acabar con ellas.

Pues no. Lejos de eso, damos por bueno que este país acoja miles y miles de personas en las próximas semanas para celebrar la fiesta del fútbol.

Desde Amnistía Internacional hasta el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas se ha denunciado lo que ocurre en Qatar. Podemos hablar de los inexistentes derechos de la mujer que debe ser tutelada por un familiar masculino en buena parte de sus decisiones vitales. Podemos hablar de cómo su código penal castiga duramente la diversidad sexual. Podemos hablar de lo que ha ocurrido, que supongo que nunca sabremos en su magnitud real, con muchos de los obreros migrantes. No solo se han pisoteado sus derechos sino que, según varios informes, han sido muchas las muertes que se han ocasionado durante la construcción de los flamantes e impresionantes estadios que albergarán la competición. Una investigación de “The Guardian” ha elevado esta cifra a más de 6.500 personas procedentes fundamentalmente de India, Pakistán, Nepal, Sri Lanka y Bangladesh, entre otros.

Pero parece que para muchos es fácil mirar para otro lado a golpe de talón. Como suele decirse, poderoso caballero es don dinero.

Leo con auténtico estupor que la FIFA ha llamado a todas las selecciones a centrarse en el fútbol y evitar lo que denominan “batallas ideológicas”. Alucinante.

Dice la FIFA textualmente que “trata de respetar todas las opiniones y creencias sin dar lecciones morales al resto del mundo. Que una de las grandes fortalezas del mundo es, de hecho, su diversidad y que la inclusión significa tener respeto a esa diversidad”.

Y alucino. Claro que la diversidad es maravillosa y que el respeto a la misma nos hace más grandes. Pero eso es una cosa y otra muy distinta es la falta de respeto a los derechos humanos. No entiendo qué tiene eso que ver con la cultura o con la diversidad. Para mí, lo que ocurre en Qatar, es justamente todo lo contrario. La falta de respeto a la diversidad.

Y leo igualmente con estupor y con rabia, no voy a negarlo, que el Ministro de Asuntos Exteriores de este país dice que “tienen su propia cultura de lo que les gusta y no y que no van a cambiarlo por cuatro semanas”. Repito ¿quién habla de cultura? Hablamos de otra cosa cuando sus leyes consienten arrastrar por el barro derechos fundamentales.

Para mí este Mundial es más que fútbol. Es una oportunidad perdida por el mundo para evidenciar que no todo vale, que el dinero es solo dinero y que por encima de los millones están los derechos básicos de las personas. Mi voz es muy pequeña, insignificante, pero hoy el cuerpo me pide decir que “no”, que no entiendo que este Mundial se celebre en un lugar que debería avergonzarnos.