Lola

León

Hay entes y organismos que están condenados desde la pila de bautismo. Uno escucha , por poner un ejemplo , Instituto para la Transición Justa o Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y le entra un temblor en las meninges , un sudor frío en la espalda que trae causa en la experiencia de décadas con chiringuitos bien cargados de onomástica, pero vacíos de capacidades y resultados , puro artificio verbal que deviene desde la noche de los tiempos en un páramo donde conviven amablemente la ostentación gubernativa con la nada más absoluta.

En este surco, uno recuerda los sucesivos Planes del carbón y los Fondos Miner , dedicados a reindustrializar las abandonadas cuencas mineras , y los miles de millones de euros tirados a la alcantarilla o depositados amablemente en los bolsillos de empresarios amigos y no puede por menos que maldecir aquella infamia.

Ahora El Instituto para la Transición Justa pone en marcha las primeras actuaciones del programa Dinamiz-ARTj, enfocado a generar una oferta cultural amplia en los municipios ubicados en zonas de transición justa. Que a ver si me entienden, que servidor está muy a favor de la cultura siempre, pero eso es un remedio homeopático para los males de esas comarcas trituradas por la despoblación, el colapso económico que trajo el cierre de la minería y el olvido de los mandarines. Otro trampantojo más y ya van muchos. Luego leo en los papeles que entre los artistas afortunados con este programa está Café Quijano, que ha deleitado el pasado domingo a una audiencia selecta en La Robla, y lo entiendo todo. El nuevo milagro se llama Lola. Bailemos pues como si no hubiera un mañana, porque va a ser que no lo hay más allá de este universo de prodigios y mentiras.