El 34% de la población española tiene algún problema de salud mental: ansiedad, depresión e insomnio, los más comunes
Las cifras en España reflejan la urgente necesidad de abordar de manera más integral y eficiente la salud mental y visibilizar estos problemas

(Getty Images)

Albacete
La salud mental de los españoles ha empeorado a lo largo de los últimos años, y sigue haciéndolo de forma acelerada. Según los últimos datos del Informe Anual del Sistema Nacional de Salud 2023, el 34% de la población española tiene algún problema de salud mental. Además, los problemas vinculados a la salud mental superan el 40% en la población de más de 50 años y el 50% en la de más de 85%. Haciendo referencia a los trastornos mentales diagnosticados, el mismo Informe indica que los más prevalentes son los trastornos de ansiedad, seguidos de los trastornos del sueño y los depresivos.
Cada vez son más las personas hablan de salud mental, un factor clave y necesario para saber diferenciar qué es (y que no es) un trastorno mental.
- Tener un día de bajón no es tener un problema de salud mental.
- Pasar por un duelo y estar triste, tampoco.
- O notar un día puntual de ansiedad en el trabajo, tampoco representa ningún trastorno mental.
Todas estas situaciones son malestares psicológicos y emocionales que forman parte de la vida y de las subidas y bajadas anímicas, y que, todos los seres, experimentan en un momento u otro.
Los trastornos mentales son los que se presentan con mayor severidad e impiden a quien los padece de desempeñarse en su día a día de manera óptima y funcional. La diferencia, por tanto, está en el grado de afectación y en lo que realmente pueden a llegar a limitar y condicionar la vida de una persona y la de su entorno.
Esta situación requiere un diagnóstico y seguimiento profesional y un tratamiento adecuado. Los trastornos mentales también necesitan un clima de apoyo, las acciones necesarias para combatir el estigma que los rodea y una reivindicación de más recursos sanitarios y sociales para los casos graves y muy incapacitantes.
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Decálogo para una mejor comprensión y soporte activo a las personas que sufren un trastorno mental
Cuando nos estresamos, nuestro cuerpo aumenta los niveles de cortisol para ayudarnos a enfrentar ese estrés, pero si el estrés continúa y el cortisol se mantiene elevado durante periodos de tiempo prolongados, puede contribuir a desencadenar otros problemas de salud, tanto físicos (dolor de cabeza, cansancio, molestias digestivas, alteraciones cardiacas…) como mentales, pudiendo contribuir al desarrollo de ansiedad o incluso depresión.
Para las personas que están transitando el dolor de una enfermedad mental y las personas que están a su alrededor, es importante cultivar la comprensión y recibir el respaldo o ayuda necesarios:
- Recibir la ayuda de profesionales de la salud mental es imprescindible durante el proceso. En algunos casos, se puede tener la percepción errónea de que “nos podemos apañar” sin las pautas profesionales adecuadas. Pero, en la mayoría de las veces, no es así. Aceptar la propia enfermedad y mantenerse receptivo a la ayuda profesional lo es todo.
- Intentar comprender mejor la enfermedad ayuda a la persona que la padece y, también, a las personas de su entorno. Es aconsejable recabar información de calidad y rigurosa: directamente de los profesionales, asociaciones de pacientes y centros de salud.
- Tejer una red de apoyo: hablar abiertamente del problema de salud con las personas receptivas del entorno y pedir ayuda a quién la pueda brindar (familiares, amigos, personas de la misma comunidad, ambiente laboral, asociaciones de pacientes y centros de salud, entre otros).
- Evitar culpabilizar a la persona enferma. Ella es la primera que no desea encontrarse en esta situación de malestar. Los reproches, o la presión externa, son contraproducentes durante el proceso de recuperación.
- Intentar ver la enfermedad mental como si fuese una enfermedad física ayuda a comprender mejor las limitaciones de la persona afectada. Pensar en cómo trataríamos a la persona afectada si se hubiese fracturado una pierna o estuviese en tratamiento contra cualquier otra enfermedad que denominamos “física”, cambia la perspectiva de “es solo un problema mental”.
- Es perjudicial creer en los mitos y desinformaciones que abundan en redes sociales y otros entornos. Como decíamos, es recomendable acudir siempre a fuentes de información fiables para resolver dudas y aclarar inquietudes.
- Huir de las soluciones que se presentan como rápidas, miraculosas, o las supuestas terapias que prometen soluciones sencillas a problemas de salud que son complejos y multifactoriales.
- Respetar los tiempos: tanto quién sufre la enfermedad, como su entorno, puede sentirse abrumado y en medio de un túnel oscuro y sin salida. La medicación y las intervenciones psicoterapéuticas tardan su tiempo en hacer efecto: es importante recordar que, a medida que vaya avanzando el tratamiento, la situación irá mejorando.
- Las personas del entorno también pueden (y deben) compartir sus miedos: hablar con familiares de otras personas afectadas por el mismo problema o respaldarse en asociaciones, brinda un soporte muy beneficioso al entorno.
- Ante la duda de cómo actuar, es mejor dar un paso al lado y no juzgar. A veces, solo con acompañar de forma pasiva, escuchar u ofrecer presencia hacia la persona que sufre puede ser tremendamente útil. El hecho de “estar ahí” ya de por sí es tranquilizador y valioso.
Con todo esto, el aumento de los problemas de salud mental en España destaca la urgencia de incrementar la concienciación y los recursos disponibles. Es fundamental distinguir entre los malestares emocionales habituales y los trastornos mentales serios que necesitan atención profesional, para no banalizar las situaciones más graves e incapacitantes y poder priorizar los recursos asistenciales hacia estos pacientes. Así como fomentar el apoyo, luchar contra el estigma y mejorar los recursos sanitarios se convierten en medidas cruciales para enfrentar esta situación.