Cómo afecta a la sociedad de un país el tono de crispación de sus políticos

Cuenca

¿Cuál es el tono que usan los dirigentes políticos? ¿Afecta ese tono a la crispación de la sociedad? ¿Lo hace negativamente? ¿Este estado de crispación puede generar una ansiedad localizada en determinada población? ¿Qué secuelas podemos padecer como sociedad? Respondemos a estas y otras preguntas en la Escuela de Salud que coordina Beatriz Hernández y que emitimos los miércoles cada quince días en Hoy por Hoy Cuenca, y lo hacemos analizando el clima político actual y sus consecuencias sociales con Daniel Sánchez Martínez, neuropsicólogo y director de Iguala3 (Asociación de Familiares, Amigos y Personas con Daño Cerebral de Castilla La Mancha).

Clima político

“No es una valoración matemática”, explica Daniel Sánchez, “pero todos nos damos cuenta al ver los debates en el Congreso, y en otros ámbitos, que por parte de nuestros políticos se está dando, de un tiempo a esta parte, quizás en los últimos años más violentamente, un tipo de comunicación y una forma de tratar los temas quizás excesivamente agresivos, demasiadas actitudes con reproches y escaso diálogo”.

“El pasado 6 de diciembre, Día de la Constitución, se hicieron entrevistas en las jornadas de puertas abiertas en el Congreso de los Diputados y muchas personas, ante la pregunta de qué le pedirían a los políticos, respondieron que dialoguen y que se dejen ya de discutir”, apunta este neuropsicólogo.

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Cómo nos afecta

“Personal y profesionalmente creo que sí afecta negativamente al tono emocional general”, explica Sánchez. “Hay muchas personas que están esperando a ver cuál es la última cuestión que trata un determinado líder político, el que sea, para tratar de defenderlo después en la cafetería o en el trabajo”.

Neuronas espejo

“Eso es algo que tiene una base fisiológica”, apunta este neuropsicólogo, “sabemos que en la corteza frontal y en otras partes del cerebro tenemos las neuronas espejo que nos permiten sentir empatía, conectarnos con las personas que tenemos delante a través de las expresiones no verbales. Nosotros sentimos entonces la misma emoción. Un ejemplo sería cuando a un bebé le decimos con una sonrisa que le vamos a dar un azote en el culo y se ríe, o si le decimos con tono grave y el ceño fruncido que le vamos a dar un caramelo, entonces llora. El alegrarnos, el enfurecernos, todo eso lo hacemos con el cerebro porque, además, todo lo que somos está en el cerebro, no está en las uñas o en la rótula”.

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Sociedades más nerviosas

“Si nosotros vemos a nuestros dirigentes con las venas de la frente hinchadas, dando gritos o en un tono no muy agradable, seguramente se nos quede algo dentro”, explica Daniel Sánchez.

“Hoy no es difícil que en carretera, en una rotonda alguien quiera entrar antes, o colarse en un supermercado, estamos con la piel más fina. Hay un dato, hay muy pocos compañeros de psicología clínica que tengan agenda libre a corto plazo. Los gabinetes de atención psicológica está a rebosar”.

“Hay un bombardeo de noticias negativas recriminándonos constantemente y creo que todos los que se sientan en el Congreso deberían tomar nota, porque cuando el ciudadano ve que las cosas no funcionan bien, las listas de espera por ejemplo, o los medios de comunicación que priorizan las noticias negativas porque venden más y pecan de excesiva carga emocional y no precisamente positiva. Debería ser una técnica constante y contenida ofrecer una información veraz pero exponerla sin infundir ningún tipo de miedo, algo que tengo la sensación de que no ocurre”, expone este neuropsicólogo.

Secuelas sociales

“Hay que reforzar la salud mental y, sobre todo, la educación”, apunta Daniel Sánchez, “que es una herramienta importante para generar igualdad. Tenemos cifras al alza en la tasa de suicidios y seguirán aumentando porque no se están tomando las medidas adecuadas. No pasa nada si un día no vemos las noticias y ponemos una serie o hablamos entre nosotros”.