Opinión

La sombra que cruza la noche

La firma de opinión del neurólogo, jefe del Servicio de Neurología de Albacete y profesor de la Facultad de Medicina, Tomás Segura

Tomás Segura

La sombra que cruza la noche

04:57

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Albacete

De todo lo que amé en días inconstantes

ya sólo van quedando

rastros,

marañas,

conjeturas,

pistas dudosas, vagas informaciones….

De este modo comienza el poema 'Summa Vitae' de José Manuel Caballero Bonald.  Caballero fue un poeta español perteneciente a la generación de los cincuenta, que, nacido en Jerez de la Frontera en el año 1926 falleció en el año 2021 a los 94 años de edad.

Busquen los versos completos, merece francamente la pena, se encontrarán una de las grandes odas al pasado y la melancolía del poemario nacional. La composición pertenece a un libro, Manual de Infractores, del año 2005, es decir, escrito cuando el poeta contaba  casi 80 años de edad.

Caballero Bonald fue galardonado  con el Premio Cervantes en 2012 y continuó componiendo hasta su muerte, más allá de los noventa años.  Y sin embargo, él mismo nos dice en los versos que abren este podcast que su memoria inevitablemente va perdiéndose, los recuerdos se difuminan y apenas quedan pistas de lo vivido que en el pasado con tanto detalle podía recordarse. Explica el poeta, a su manera literaria, una constante en el degenerar del cerebro humano: es la memoria episódica, la memoria de recuerdo inmediato, la primera en perderse y solo después llega a afectarse también aquella otra que utiliza pistas y otros vericuetos para llegar hasta su objetivo.

Pero si una persona como  Caballero Bonald, con una mente tan privilegiada como la que tenía  alguien capaz de escribir poemas de tres mil versos a los noventa años, se queja de dificultades de memoria, podríamos interpretar -y no andaríamos muy equivocados- que esto seguramente le suceda a todos los hombres.

Y enlazo aquí con el problema del que quería hablarles hoy: la dificultad que tenemos para distinguir el deterioro cognitivo leve de tipo amnésico -que decimos los neurólogos-, es decir, la pérdida de memoria de manera aislada como expresión del envejecimiento, frente a esta misma afectación como expresión del inicio de una enfermedad más generalizada, la enfermedad de Alzheimer (EA), que es muy frecuente también en los ancianos.

La Medicina no tiene aún una clara explicación de lo que sucede en la EA, pero sí sabe que progresará hasta afectar otras áreas del encéfalo diferentes a las que regulan la memoria, llevando al paciente a trastornos conductuales, de la capacidad para ejecutar tareas, o incluso de reconocer a sus seres más queridos. Una enfermedad terrible, que destruye a la persona que conocíamos y para la que hasta la fecha la Medicina no solo no tenía una explicación plausible pese a lo frecuente de su presentación, sino ni siquiera un tratamiento eficaz. Desde hace pocas semanas, sin embargo, desde que se han publicado los resultados del ensayo clínico Clarity, un nuevo fármaco parece mejorar la capacidad cognitiva global de los pacientes que lo recibieron durante año y medio.

El problema es que el LECANEMAB, que así se llama este nuevo compuesto, es un anticuerpo monoclonal de infusión intravenosa, muy caro por ello (cuesta alrededor de 25.000 euros al año) y que precisa infusión intravenosa, es decir, uso de recursos hospitalarios para su administración. Como probablemente su efecto sea tanto mayor cuanto antes se inicie el tratamiento y como probablemente también su efecto sea más notable cuanto más tiempo se mantenga el tratamiento estamos sin duda, además de ante un claro progreso de la Neurología, también ante un problema sanitario de máximo nivel que golpeará con fuerza en los próximos años a la ya muy castigada Sanidad Pública. Porque la cuestión va a ser como distinguir entre las volubles comparecencias del olvido -de las que habla Caballero Bonald en su poema- de la auténtica enfermedad.

¿Cuántos enfermos consultarán por trastorno de memoria ligado a la edad en los que habrá que decidir si hay o no inicio de Enfermedad de Alzheimer o simplemente devenir normal del envejecimiento? ¿En cuántos tendremos la capacidad de hacerlo correctamente y a cuántos de estos podremos tratar el resto de su vida siendo como son sin duda los recursos limitados? ¿Tiene que subvencionar el tratamiento por completo el erario público o debería tratarse de un esfuerzo compartido? ¿Están los servicios de Neurología actuales preparados para el aluvión de consultas que se requerirán y los Hospitales de Día tienen suficientes camas para administrar estos tratamientos intravenosos sin privar de las mismas a los pacientes oncológicos o con otras patologías?

Sin duda preguntas difíciles de responder y a las que los gestores tendrán que dar respuesta. Pero permítanme que yo hoy, como médico y como científico, deje al margen esta problemática para celebrar tan solo este nuevo pequeño paso de la Ciencia.

Y en cualquier caso no terminen el fin de semana sin buscar y leer Summa Vitae, de José Manuel Caballero Bonald, poeta.

 
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