Más de siete horas de espera por una silla en el Corpus de Toledo

Desde las tres y cuarto de la madrugada lleva haciendo cola José Manuel, el primer toledano de la fila, para adquirir sus sillas del Corpus. No es el único. Cientos de personas le siguen y esperan pacientes a que el quiosco de la Plaza de Zocodover abra su ventana. «La noche se pasa bien», asegura José Manuel pese a estar apoyado en un bastón porque el esfuerzo «vale la pena». «Nos sentamos en los bancos y respetamos el turno», cuentan. Justo, el cuarto de la fila, dice que la noche en la céntrica plaza toledana «parece una corrala de vecinos» y se hacen «hasta amigos». Según ellos mismos «en una noche tan larga da tiempo a hablar de todo» pero, sobre todo, de ediciones pasadas de la fiesta grande de Toledo. Coinciden los primeros en que las mejores entradas «son las de la calle Comercio», aunque son reticentes a compartir sus conocimientos «para no hacer efecto llamada» y que no se las quiten. De hecho, cuando llegan a la taquilla ya saben la numeración y ubicación exacta de la silla que van a querer, aunque este año han echado en falta un mapa que las sitúe como sí que ha estado disponible en Corpus anteriores. Cada persona puede adquirir hasta diez sillas, a un precio de diez euros cada una. En total, serán 1.500 las que habrá repartidas por todo el recorrido procesional pero las más cotizadas son las que están a la sombra. Se espera que el próximo jueves 16 de junio el cielo esté despejado y las temperaturas sean altas con un termómetro que pasará, de lejos, los 30 grados. Mientras, Paquita y Carmen esperan sentadas en un banco que hay a la sombra a escasos minutos de que den las diez de la mañana. Las dos comparten en que «para entender» el Corpus «hay que ser de Toledo» porque para ellas, lo más grande es ver «a la Santa Custodia tan cerca». Este año, además, con más ganas que nunca después del parón por culpa de la pandemia. La mayoría de los asistentes compran «solo» las sillas que necesitan. El patrón se repite: alquilan unas seis o siete localidades porque irán acompañados de la familia más cercana. Ellos mismos se lamentan «de la edad media» de los que aguardan turno en la fila, porque creen que es difícil que siga la tradición con el mismo fervor, ya que no hay relevo generacional «porque los jóvenes no suben a ver la procesión». Un esfuerzo que hacen los mayores porque la mayoría de sus hijos y sus nietos, aunque les acompañen el día de la procesión, no pueden asistir por motivos laborales. El esfuerzo de esos abuelos «in situ» bien vale la pena, porque la web que estaba habilitada para la venta online -toledoentradas.com- ha tenido que desactivar durante la mañana la opción de compra debida a la alta demanda de pedidos.