Opinión

Sobre el disparo del consumo público

EL ENFOQUE 9 FEBRERO

EL ENFOQUE 9 FEBRERO

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Santa Cruz de Tenerife

Ya saben que en este inicio de año se ha sufrido una caída del empleo especialmente dura en todo el país. También en Canarias: la región comenzó 2023 con una caída de cerca de diez mil afiliados a la Seguridad Social, con relación al mes de diciembre. Es un indicio de que lo que esa alegría artificial en la que andan instalados nuestros Gobiernos no puede durar para siempre. Es cierto que Canarias va mejor de lo que va el resto de España, pero cuando lo dicen no nos dicen que eso es solo consecuencia de que nosotros seguimos todavía recuperándonos de las consecuencias económicas de la pandemia, mientras que España lo logró el año pasado. Vivimos instalados en un engaño permanente, un uso torticero y fraudulento de la estadística para colocarnos la peregrina idea de que todo va a mejor, cuando lo único que ha ido a mejor –hasta ahora, que en Europa empiezan a apretarse el cinturón- es que Bruselas nos ha dejado gastar como manirrotos. Cuando tengamos que pagarlo vamos a sufrir lo que no está escrito. Porque la nómina del gasto público se ha disparado como jamás ha ocurrido en la historia de España y de Canarias.

A principios de la semana pasada, El País, advertía que el consumo de las Administraciones Públicas se ha disparado en los últimos tres meses de año 2022 como nunca antes había ocurrido. Según los datos de la propia contabilidad nacional, el consumo de las Administraciones españolas aumento en 16.000 millones de euros, el 25 por ciento con respecto al anterior trimestre, el mayor incremento registrado desde 2008, antes del estallido de la gran crisis económica que lo cambio todo. Pero este es año de renovación electoral: celebran elecciones las administraciones locales, las comunidades autónomas y hay legislativas en todo el país. Ningún político que pueda disponer de recursos para vendernos que su Gobierno es munificente y todo va viento en popa, va a dejar de hacerlo. Nos espera un año desquiciado, de impuestos desmadrados, y gasto público despendolado y previsiblemente cada vez más inútil y peor gestionado. Y después, cuando pasen las elecciones, que Dios nos coja a todos confesados. Y a ser posible con algún ahorro del que tirar. Porque en 2024 se acaba la fiesta.

 
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