Ciencia y tecnología

"Siempre existe la probabilidad de que caiga un bólido en tierra": la tecnología, clave para evitar catástrofes

Tres incidentes en los últimos días relacionados con meteoros que sobrevuelan Canarias

Javier Zayas Photography

Canarias

Han sido tres, pero podrían sucederse muchos más. Tres fenómenos astronómicos usuales, pero que impactan a nivel ciudadano porque no los hemos observado nunca -al menos, que se recuerde- en su paso hacia Canarias y que lleguen a nuestro océano. En los últimos días, asistimos a un reencuentro de los habitantes de Canarias con los fenómenos que registra su cielo. Y es que bólidos, pedruscos o rocas espaciales, como queramos llamarlos, han sido vistos llegando al Atlántico y muy cerca de Canarias. Por ejemplo, uno registrado al norte de Playa Blanca, en Lanzarote, en la noche del domingo. Por mucho que nos puedan impactar estos fenómenos, a nivel científico no tienen más recorrido que el de analizar su impacto en la Tierra. "Son fenómenos usuales", aclara Toñi Varela, Doctora en Astrofísica por la Universidad de La Laguna, investigadora del Instituto Astrofísico de Canarias y Directora Gerente de la Fundación Starlight, dedicada al fomento del cuidado de los cielos y el desarrollo del astroturismo. "El planeta está en una órbita contaminada por objetos como los cometas, y hay -de hecho-, mucha basura espacial. Lo que ocurre es que antes no teníamos cámaras ni videocámaras con las que se detectaban los fenómenos. Hay más ciencia ciudadana', asegura Varela. Un mayor interés por los temas que nos rodean, y no solo por los de la Tierra, sino por los que nos pueden acabar afectando. Todo está relacionado.

'Estamos perdiendo la luz de las estrellas por la acción del cambio climático'

'Son fenómenos que pueden pasar incluso por el día. Pero, en realidad, sí que los conocemos. Las lluvias de meteoros, de estrellas. Cuando las vemos, en realidad, lo que estamos observando es ese meteoro, ese fenómeno luminoso que se ha desintegrado en pequeñísimas piezas en capas medias y altas de la atmósfera'. La investigadora explica que si vemos un bólido, que puede llegar a pesar toneladas, es porque se ha generado en capas más bajas de la atmósfera. Y, además, son fenómenos que vienen acompañados de un impacto sonoro importante. De hecho, el 112 anotó decenas de llamadas -las primeras procedentes de Gran Canaria-, porque habían escuchado un estruendo impresionante. Pues bien, es un fenómeno que se explica desde la astrofísica. 'Superan varias veces a la velocidad del sonido, superior muchas veces a 1.300 kilómetros por hora y también se fragmenta en bloques más pequeños'. Toñi advierte de que no es descabellado pensar que estos meteoros puedan llegar a caer sobre territorio en vez de sobre el propio océano. 'Las lluvias de estrellas están controladas, porque sabemos en qué momento de nuestra traslación vamos a vivirlas. Pero hay Redes de Vigilancia sobre objetos potencialmente peligrosos, que cuentan con sistemas que permiten, por ahora, predecir. Establecer estadísticas.' Esto es, que sabremos, dependiendo de su tamaño, cómo podría dañar al territorio donde llegue. 'Cuanto mayor es el tamaño, hasta de 1 kilómetro, la probabilidad de impacto es menor, pero no nula. Cuando son objetos pequeños, decenas de metros, por cuestiones de resolución, algunos no se podrían identificar todavía. Podemos mejorar, por tanto, en lo que se refiere a las redes de vigilancia terrestre.' Implementarlas, desde luego, serviría para equilibrar la balanza entre lo que se predice y lo que es cierto de esos cálculos. Añade: 'esencial la inversión en ciencia y tecnología para reforzar esa vigilancia'.

'Debemos tener un sistema inteligente de alumbrado en las ciudades, sin perder la sensación de seguridad de los ciudadanos'

Y no solo por mejorar las predicciones, sino por estudiar los efectos que provoca el cambio climático en nuestro territorio y en nuestro propio cielo. Canarias, pionera con una Ley de Protección del Cielo que afecta a La Palma y parte de Tenerife, se ve amenazada por la modificación constante de sus propias circunstancias. El incremento del nivel y la temperatura del mar, la temperatura en general, el cambio de un clima subtropical a uno eminentemente tropical, con fenómenos meteorológicos extremos... la sequía forma parte ahora de nuestro día a día, y a pesar de las medidas para ahorrar energía, nuestros cielos siguen contaminados por el despilfarro humano. 'La contaminación lumínica, se definía en 2007 como un resplandor nocturno del cielo debido al uso inadecuado exterior. Ahora, se suma el derroche energético y el deslumbramiento. Estamos perdiendo la luz de las estrellas', lamenta.

La conciencia social ha ido evolucionando con el tiempo. Toñi Varela explica que no solo nos debemos referir al ámbito astrofísico si hablamos de contaminación lumínica. Estudios científicos relacionan el cambio climático con el mal uso de la energía sobre nuestros cielos y lo que supone todo eso para la biodiversidad y la salud de las personas. Para ello, debemos apostar por la tecnología. 'Tener un alumbrado que sea compatible con la sensación de seguridad. Toda la luz de las luminarias tiene que ir hacia abajo. Si iluminamos bien, de forma inteligente, podemos conseguir ciudades mejor iluminadas. Ahora faltan incluso farolas en las ciudades, a veces no hay homogeneidad'. Y defiende el aprovechamiento máximo de la luz, enfocada hacia abajo. 'Ahorraríamos entre el 70-80% de la energía, de forma que no solo veamos de manera uniforme el suelo, sino que a la vez podamos ver a la persona que tengamos enfrente. No se trata de volver a las cavernas, sino de establecer sistemas con sensores, por ejemplo, o con el estudio de la densidad de peatones'.

Andrés Gutiérrez

 
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