El estadio como terrero de lucha

Tenerife

El CD Tenerife celebrará el partido del centenario midiéndose en jornada matinal al  Brondby de Dinamarca  el 4 de diciembre, y el club ha decidido invitar a desayunar a los aficionados blanquiazules que se den cita antes de las doce del mediodía, hora prevista de comienzo del partido. Es más, los aficionados blanquiazules, tras el encuentro, están invitados a disfrutar de una paellada. Con lo cual, perdón por la inmodestia, queda validada mi vetusta expresión empleada en tiempos muy pasados cuando, sin desayuno y sin almuerzo de por medio, decía que  el futbol "no da de comer, pero alimenta".

Decía Valdano, que el fútbol le sacaba el hombre primitivo que todos llevamos en el interior.  Yo nunca he cogido una añepa para atacar a nadie en esto del balompié, pero los políticos, que andan en pie de guerra, han encontrado en el fútbol otro motivo de disputa a resultas de la especulación (especulación dicho con absoluta inocencia por mi parte) de la creación de un nuevo estadio que sustituya al actual Heliodoro Rodríguez López.

El argumento principal de la disputa, que a muchos se les antoja está a años luz de su realización, se centra en el lugar donde tendría que ubicarse en nuevo estadio. Pedro Martín habla del aréa metropolitana, mientras que Bermúdez anuncia que si mueven el estadio de santa cruz agarra el cañón tigre y va a  partir en dos a quien se le ponga por delante.

Por si la disputa va a más,  me atrevo recordarle a Miguel Concepcíon , que el Tenerife disponía de una sección de boxeo que podría recuperar para resolver este lance cabildicio-muncipal. Me imagino la megafonía del estadio a todo trapo y una voz anunciando: "En una esquina, Pedro Martin, conocido como el rosquete de hierro, y en el otro rincón José Manuel Bermúdez, denominado kid Valleseco.

Bromas aparte, e instando a las partes arreglar el asunto con las manos, que verdaderamente quiere decir que lo solucionen  hablando, a mí particularmente me preocupa mi futuro, porque iba a pedir que me incineraran y aventaran mis cenizas en el Rodriguez López y ahora, si cambian el estadio de ubicación, me preocupa en qué lugar quedarán mis restos mortales.

Porque imagínense que dedican el espacio libre a un parque de jardines y ponen en el mismo el consiguiente pipican.  Digo yo, que no es cuestión de que a uno lo meen los perros. O igual les da por poner un centro comercial y tampoco es asunto tener que soportar desde el otro mundo el ruido incesante de los carritos de la compra.

Dejen el estadio donde está, procedan a una buena remodelación, y déjenme descansar en paz.  Si así lo hicieran, les perdonaré que no me envíen la pertinente corona de flores que no están los tiempos para gastos superfluos. Amén.