Opinión

Milagros de Viborina

La opinión de Juan Carlos Castañeda

Tenerife

Eso que llaman la vorágine informativa se lo suele llevar todo por delante pero, pese a ello, recuerdo el pitoste que se montó en su momento con la voluntad de gobierno de suprimir la asignatura de "geografía e historia de canarias". El gobierno rectificó y aquí paz y en el cielo, bizcochones. Pero miren por dónde, aquel follón curricular me ha hecho preguntarme si nuestros alumnos que estudian la asignatura denominada "conocimiento del medio", conocerán la portentosa capacidad de la naturaleza canaria para abordar el proceso de polinización. Digo esto, por lo sucedido en cuna del alma, y tal como ha explicado la empresa, el viento desplazó unas semillas y de repente del suelo de este vergel que son las islas canarias, obró el milagro de que sugiriera la viborina triste. Por acordarme, hasta me acuerdo de rodríguez de la fuente, que ante esta teoría seguro se hubiese desplazado a Adeje para estudiar este fenómeno mágico por el cual brotó una especie protegida en un espacio en el que no había ejemplares de la misma.

La viborina triste ha demostrado una capacidad trashumante extraordinaria propiciada por la brisa de nuestra tierra. En fin, que se ha paralizado cautelarmente la obra, y la alegría y tristeza corren por los caminos distintos de activistas y empresarios. Está claro que esta es una historia que se escribe en verde, aunque presenta tonos oscuros cuando algunos se preguntan por las intenciones que esconde la mano que mece la cuna o, mejor dicho, que ha dejado de mover la Cuna del Alma. Historia en verde, en la que al consejero Valbuena, responsable de la consejería verde, le está cayendo una de descalificaciones que lo tienen más verde que a Hulk, aquella masa verde que cuando se cabreaba la ropa se le hacía chica y se convertía en jirones.

Rubén Darío hubiese escrito la viborina está triste, ¿qué tendrá la viborina? Para luego rectificar y escribir que la viborina está alegre por la fortaleza desplegada por el viento. Verdes se están poniendo unos y otros. Por eso prefiero a García Lorca y su verde que te quiero verde. Qué pena que los daltónicos se estén perdiendo el colorido de este follón, aunque me preocupa más la miopía de quienes quieren obviar que la semilla del debate sobre el modelo desarrollista está prendiendo más allá de empujones, gestos violentos y pancartas y milagros reproductivos.

 
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