"Sabía que tendría consecuencias. Nunca pensé que uno de los riesgos fuera el secuestro"

Una madre y médico cubana en ejercicio en Lanzarote, Irina Soler, está intentando ayudar a su hijo, que trabaja como Ingeniero Informático en Cuba en la única empresa de telecomunicaciones que hay en La Habana, para que pueda estudiar un máster en Barcelona. Con todos los gastos exigidos cubiertos, el consulado de España en Cuba le niega el permiso para viajar y lo deja «atrapado» pese a haber sido aceptado en un prestigioso máster en España. Así lo explica Irina Soler en Hoy por Hoy Lanzarote, donde además relata de qué forma llegó a España en 2018. Relata cómo «me gradué en 1993 como Médico , trabajé hasta el 2014, en que salí a cumplir misión internacionalista, una variante de trabajo en Cuba, en Brasil. Culminé mi misión que eran tres años establecidos por contrato en 2017, y a partir de ahí decido continuar trabajando independientemente del gobierno. Una vez que me decido quedar de manera independiente soy declarada como desertor médico y con eso va incluida una sanción de ocho años sin poder entrar a mi país», un precio que Soler ya sabía que tendría que pagar, y que asume junto a su hija que por entonces era menor de edad. Juntas deciden emprender su nueva vida en su actual país de residencia, explica Soler, quien describe que «en el año 2018 me vengo a España a trabajar con mis títulos homologados, e intento en 2020 por primera vez, después de sufrir un tromboembolismo pulmonar durante una guardia médica, que le sea otorgada visa humanitaria a mi hijo, que no veía desde hacía algún tiempo porque no puedo llegar al país y él puede salir, y el gobierno español, a través del Ministerio de Interior me dice que sí, que él puede venir a verme porque yo estoy en una situación bastante delicada de salud. Con todos los permisos él se presentó en el Consulado español en La Habana, le responde que le denegaba la visa para venir a España porque no quedaban esclarecidas las causas de por qué él quería venir y que era posible migrante». Tras esa primera negativa la familia continúa con sus respectivas vidas y trabajo, que en el caso de la madre es como Médico en el Hospital Doctor José Molina Orosa de Lanzarote, y en el de su hijo, como ingeniero informático para la única empresa de telecomunicaciones en Cuba. Con el tiempo, éste decide dar un paso más en su formación y carrera profesional solicitando plaza para cursar un máster especializado en su rama que se imparte en Barcelona, y reinician el proceso para aportar la documentación y cubrir los requisitos que exigen tanto la Universidad en España como el gobierno cubano y el Consulado español en Cuba. «La respuesta llegó el día 6 de este mes, una respuesta desfavorable, en este caso porque no acreditaba fehacientemente los medios económicos. Esos medios son estos, las nóminas de él y mi salario aquí, salario que tengo de manera legal, porque trabajo como médico y trabajo muchísimo», lamenta Soler. Ante la posible relación que pueda existir entre aquella decisión de trabajar de forma independiente y ser declarada por su país como «desertora médica» impidiéndole su entrada durante ocho años, y las actuales negativas al visado de su hijo, Soler reconoce que «es imposible no pensarlo. No conseguiría disociarlo. Acepto el término porque es una ley muy antigua, en el momento en que yo decido independizarme sabía que tendría consecuencias. No es porque me parezca justa o humana, es porque las había asumido ya. Estaba incluido en el lote los riesgos que venían. Nunca pensé que uno de los riesgos fuese el secuestro. Este secuestro emocional. No todos los días estoy bien, hay días que estoy extremadamente triste. Pero siempre con la posibilidad y el optimismo que de alguna manera. Tengo otra hija que estudia Derecho en la Universidad de Las Palmas, y entonces uno siempre se compensa de alguna forma y dice que estamos sanos, la otra está estudiante y es libre de hacer lo que quiere, yo también. Pero te queda aquel pendiente, porque nadie es totalmente feliz sin ver a un hijo». En 2020 acude por primera vez al Defensor del Pueblo «en busca de ayuda», a quien también ha recurrido en esta segunda ocasión cuando «llegué a mi casa, entré a los Ministerios de España, busqué los nombres de todas las personas que tuvieran que ver con Igualdad, con Derechos, … Le he escrito a la Ministra de Igualdad, te vas a reír, le escribí hasta a la Casa Real. Hice siete cartas manuscritas contando esto mismo, buscando ayuda, considero que España es un estado democrático que nos ha dado derechos a mi hija y a mi y pienso que podría dárselos a él. No sé de qué depende, pero he escrito a todo el mundo». Con gran emoción, esta madre cubana insiste en que «no me parece justo» y que «como madre, hace seis años que no lo veo, esto habría sido una forma de encontrarnos, pero no ha sido posible. Estoy apelando a todo lo que puedo para intentar enmendar, porque me parece injusta la decisión». Asegura que «había hecho una declaración ante notario que me responsabilizaba en caso de que aquel dinero que él traía no fuera suficiente, con mi salario alcanzaba», pero todos sus intentos han sido infructuosos, aunque asegura que no pierden del todo la esperanza, y apelan a las autoridades competentes a intervenir para encontrar una solución justa para todos.

"Sabía que tendría consecuencias. Nunca pensé que uno de los riesgos fuera el secuestro"

Una madre cubana explica la odisea para que su hijo venga a estudiar a España: "Escribí hasta a la Casa Real. Considero que España es un estado democrático que nos ha dado derechos a mi hija y a mi, y pienso que podría dárselos a mi hijo"

Érica Cerdeña