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Chernobyl florece tres décadas después del desastre nuclear

El biólogo de la Universidad de Oviedo German Orizaola presenta en el ciclo 'De charla con el Botánico' las investigaciones que lleva realizando durante años estudiando la ecología del territorio

La naturaleza de Chernobyl tres décadas después del accidente

La naturaleza de Chernobyl tres décadas después del accidente

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Gijón

"Nadie esperaba que Chernobyl estuviera así 36 años años después del desastre nuclear". German Orizaola, doctor en biología y director del Grupo de Investigación de Ecología Evolutiva en Ambientes Extremos de la Universidad de Oviedo, cree que "había casi un consenso científico de que esa zona iba a ser un desierto nuclear durante miles de años". Una idea que también sigue manteniendo la sociedad y que sin embargo no concuerda con la realidad. "36 años después es un sitio con una enorme diversidad de bosques, praderas, en un proceso bellísimo de renaturalización con una fauna extraordinariamente abundante y diversa. Oso, lobos, linces, aves rapaces... es un sitio fascinante para un biólogo desde el punto de vista de la conservación de la naturaleza".

Un proceso de recuperación que ha sido, según ha explicado Orizaola en SER Gijón, casi completamente natural. "Quitando los bisontes y el caballo de Przewalski, que han sido reintroducidos, todo ha sido natural. Se ve en procesos muy claros, como los bosques que había en los bordes de los campos de cultivo, que han ido creciendo, o los lobos, que sin la persecución humana y con abundancia de presas, mantienen ahora la mayor densidad de población de toda Europa", ha apuntado.

La zona de exclusión de Chernobyl, que Orizaola compara en extensión a la "zona central de Asturias, desde Somiedo hasta Villavicosa", no cuenta con, prácticamente, presencia humana. "Allí vivían cera de 350.000 personas y ahora apenas viven 2.000. Está, practicarme, despoblado y ese factor contribuye de manera directa a esa gran recuperación de la fauna", ha detallado.

En cuanto a las consecuencias radiactivas en estos ejemplares, el biólogo ha matizado que "es mucho menos de lo que se piensa. Nosotros, que siempre llevamos los medidores de radiación mientras trabajamos en la zona y vamos viendo la radiación que acumulamos, para que la gente se haga una idea, en dos semanas intensas de trabajo allí, la radiación equivale a un par de vuelos ida y vuelta EE. UU o a la mitad de la radiación de una mamografía en el hospital. Los niveles de radiación son muy pequeños".

Lo que si ha afectado a las investigaciones, no solo a las del grupo que dirige Germán Orizaola de la Universidad de Oviedo, sino a todas las que se realizaban en la zona, es la invasión rusa a Ucrania. "Las investigaciones están totalmente paradas", ha asegurado el biólogo en SER Gijón, donde no obstante, ha hecho énfasis en la "visión positiva de Chernobyl como un lugar de futuro, muy importante como ejemplo de la conservación de la biodiversidad. Lo que estamos aprendiendo sobre como se está recuperado el ecosistema de la zona se puede aplicar, por ejemplo, en caso de un nuevo accidente, y también a la investigación espacial. La radicación cósmica es uno de los grandes problemas y el tipo de defensas contra la radiación que sabemos que han desarrollado algunos ejemplares en Chernobyl nos puede servir para desarrollar tecnologías más precisas en este sentido".

Alicia Álvarez

Alicia Álvarez

Alicia Álvarez es licenciada en periodismo por la Universidad San Pablo CEU. Trabaja en SER Gijón desde...

 
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