La mala hierba

Córdoba

Mi abuela me decía refranillos y yo casi siempre los confundo, pero hoy no. Hoy los tengo claros. Dos dichos que me rondan desde que hace unas semanas tuve noticias de que de el ayuntamiento ha anunciado la pavimentación de los alcorques de unos 7.000 árboles de la ciudad, el 15% de los que tienen árboles… porque hay más de 2.000 sin árbol; esperando desde hace años un inquilino.

La noticia parece que tan sólo ha alarmado a “los ecologistas” esos locos de “lo verde”. Al contrario, según argumentan, la pavimentación viene a acallar quejas vecinales. Imagino que habrá quejas de feo que son los jaramagos, ahí a su amor. O de que son focos de suciedad. Estoy segura habrá incluso aquellos que les molesten las mariquitas. Ya.

Otras personas, en cambio, entre las que me incluyo, lamentamos la desaparición de 7000 potenciales jardincillos. Los veo, un poco de tierra fértil, si quieres unas semillitas que compitan con las autóctonas y helo ahí: Un jardincito la mar de mono. Y lo más importante: un trocito de naturaleza.

Y es que la cosa no está para renunciar ni a un solo saltamontes. Y si eso no lo ven algunos vecinos habrá que contárselo una y mil veces, esa es la responsabilidad del equipo de gobierno de una ciudad en emergencia climática.

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Cualquier brote verde es un regalo que ayuda a reducir temperaturas y apostar por la biodiversidad. No me valen argumentos económicos. Cierto es que el presupuesto para Parques y Jardines cada año es más precario y los técnicos responsables se han reducido a uno. Y que toda la inversión se está yendo al tan aclamado cinturón verde, cinturón que ya existe hace cientos de años pero sin floripondios.

Lo que más me alarma no son los alcorques pavimentados o los árboles cortados de la Avenida de Trasierra, lo que me desarma es comprobar que por donde pasan nuestros gestores locales “no crece la hierba”.

No sé dónde colocar el otro refrán que me ronda. Ese que dice que “mala hierba nunca muere” espero que sea verdad y se cuele por los pasillos de capitulares.