Un corazón atento

Córdoba

Apenas quedan unos días para poner en valor el final de este año 2022 y situar el foco en el año 2023. Puede que el 31 de diciembre y el 1 de enero sean los días con más carga filosófica del año, porque es el único momento en el que nos situamos en ese interregno entre el pasado y el futuro, dos categorías temporales que no están pasando por sus mejores momentos. Por un lado, el pasado se debilita a marchas forzadas, postergado por un presente tiránico, que ha multiplicado exponencialmente los focos de atención, y que demanda grandes dosis de energía que nos abocan a un agotamiento crónico. Por otro lado, se acentúan mediáticamente los aconteceres más apocalípticos como pandemias, crisis y guerras, que de manera indirecta fragilizan la idea del futuro.

Pero por mucho que nos empeñemos en no ejercer, no podemos evitar configurarnos como seres históricos. Ya tenemos una edad. La edad es una cifra unificadora. Cuando decimos la edad, lo que estamos diciendo es: tiempo de vida que llevamos vivido, es una puesta en valor de nuestra biografía. El sentido de la vida se configura en la continuidad temporal de un corazón atento que abraza pasado, presente y futuro por igual.

Dicho esto, quisiera despedir el 2022 con los versos de Mario Benedetti que dicen:

El olvido está tan lleno de memoria

que a veces no caben las remembranzas

y hay que tirar rencores por la borda.

Nada mejor que comenzar el viaje hacia el 2023 ligero de equipaje. Felices fiestas.