María Nevado recuerda a sus 100 años, como última pobladora de la Isla Saltés, la dureza de la vida en ese lugar y el campo de concentración franquista

María Nevado acaba de cumplir 100 años pero su memoria sigue intacta. Recuerda las tardes de su infancia jugando en el muelle de estacas y a orillas de la playa de la Isla Saltés. Es un lugar que hoy se encuentra desahitado pero por allí han pasado la civilización tartésica, romana y la musulmana. Durante la primera mitad del Siglo XX llegó a contar con una población estable de marineros. Las condiciones de vida en la isla eran duras, rememora María, porque no tenían agua potable y las tardes se hacían eternas. «No había mucho que hacer». Ella recuerda con ternura la escuela. Un guardia civil hacía las veces de maestro y enseñaba a los niños a leer y a escribir además de lecciones de historia. La famila de María residía en un cuartel junto con otras seis familias más. Allí pasó los primeros 11 años de su vida, rodeada de naturaleza. Aún así, ella recuerda cómo soñaba con salir de la isla porque se le quedaba pequeña. La Isla Saltés fue uno de los 188 campos de concentración de la época franquista. El ejército de Franco trasladó a miles de presos republicanos capturados tras la caída de Cataluña hasta ese lugar situado en medio de la marisma, a medio camino entre Huelva y Punta Umbría, en la desembocadura del Odiel y del Tinto. Escaparse de la isla no era fácil. Estaba rodeada de agua, repleta de esteros y caños de marismas intransitables. María Nevado le ha contado a nuestra compañera Lucía Cárdenas sus recuerdos en el Hoy por Hoy