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Opinión

Ya nadie escucha

" El 23-F la gente se pasó la noche escuchando. Necesitando escuchar a alguien. Ahora nos hemos aburguesado, y en vez de escuchar somos escuchados. Lo malo es que no sabemos quién nos escucha"

Ya nadie escucha

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Barcelona

Las escuchas las hacíamos las tardes del domingo mi padre y yo yendo a casa de mi abuela por debajo de la autopista. La gente aparcaba allí los coches, flamantes de Rally, la vida tenía ese brillo de darle a la bayeta, y algunos coches estaban ocupados por parejas dándose el lote. Entonces había dos tipos de lote, el que daban en la fábrica por Navidad y el que se daban las parejas los domingos. Las escuchas de mi padre no tenían mucho secreto. Llevaba la radio pegada a la oreja para oír el Carrusel Deportivo, puros La Flor de la Isabela. La antorcha en la mano de la estatua de la Libertad era la radio en la mano de aquella gente que había llegado a otra isla de los emigrantes. España es un país donde se ha escuchado mucho. El 23-F la gente se pasó la noche escuchando. Necesitando escuchar a alguien. Ahora nos hemos aburguesado, y en vez de escuchar somos escuchados. Lo malo es que no sabemos quién nos escucha. Creemos que estamos hablando con un amigo, y luego recibimos propaganda en el teléfono de todo lo que le hemos dicho. Lo de escuchar se ha externalizado, se ha dado a otros, y ya nadie escucha a sus interlocutores. Hablar se ha convertido en no dejar hablar. Prueben a opinar en una reunión. No hay manera. Intervenir es una cuestión de tono, es decir, de violencia. El que habla manda. A medida que se ha perdido la conversación, hablar y escuchar han ido separándose entre sí. Se habla para crear muros de palabras. Se usan las palabras para blindarse, no para exponerse. Antes era al revés. El poeta Garcilaso murió asaltando los muros de una torre. Le lanzaron una roca desde arriba. Nos quedaba escuchar, pero ya solo escuchan los profesionales, como en las películas de Woody Allen. Y en las de espías. Y en las psicofonías.

 
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