Campana y se acabó

Toledo

Cuando ver la televisión era una actividad en familia, de eso hace ya décadas, recuerdo que algunas veces nos sentábamos todos en casa a ver el 1.2,3. El programa de Chicho Ibáñez Serrador cumple ahora 50 años y en mis recuerdos de infancia está la frase: ¡Campana y se acabó! Era lo que gritaban las “tacañonas” a unos aterrados concursantes. Soy consciente de que cada referencia de estas da fe de la edad que tengo, no os creáis que no.

Esa frase me ha acompañado estos días por otros motivos. Estos días hemos oído en Toledo sonar sin parar la campana de la Virgen de Valle. La romería no se la pierde nadie, o casi nadie, de esos que yo llamo - y no lo hago en tono crítico porque me incluyo - los Toledanos de Toda la Vida. ¿Qué toledano de pro no se acerca estos días a ver a la Virgen? ¿Qué toledano de pro no pasa un ratito por la romería, toca la campana, compra unos tostones o una rosca o le compra el juguetito oportuno al niño / niña/ niñe? - ya hablaremos de este cambalache otro día ¿Y luego que? Luego la nada. Muchos nos olvidamos de la Virgen, de la ermita y del entorno tan espectacular que la envuelve. Muchos nos olvidados de que todo eso hay que cuidarlo, hay que mantenerlo, hay que respetarlo todos los días del año. No solo el 1 de mayo.

Porque aquí en Toledo somos muy de tradiciones: del Valle, del Corpus, del Sagrario pero luego a esas tradiciones muchas veces les acompaña la nada . Y lo digo por mi la primera. Una vez hemos tocado la campana, nos hemos paseado por los toldos en mayo o en junio y hemos ido a ver a la virgen en agosto se nos olvida que esta ciudad al margen de sus tradiciones hay que construirla cada día. En Toledo somos muy de la “ciudad más bonita del mundo” siempre que se organice sola, se alimente sola, se mantenga sola. Yo la primera entonó el mea culpa … en Toledo somos muy de belleza estética y poco de lo que yo llamo orgullo de barrio. Hay que incentivar ese orgullo de barrio, el que mueve a las personas por encima de las piedras, el que mueve los movimientos culturales y vecinales por encima de las festividades, el que algunos colectivos a los que alabo han puesto en marcha en nuestra ciudad en los últimos años y necesitan nuestro apoyo como ciudadanos. Un apoyo sin etiquetas, porque todo lo que sea mover esta ciudad es digno de aplaudir.

Las ciudades, que no se nos olvide, no las mantienen las ermitas, ni las piedras, ni las catedrales, ni las custodias, ni siquiera los turistas que como debe ser vienen y van. Las ciudades, las mantienen las personas que las habitan, las mantenemos nosotros. No seamos ciudadanos de “campana y se acabó “, seamos de los de aportar, de los de sumar, de los de creer y de los de crear. Es una opinión de una Toledana de Toda la Vida