Artesanos del mimbre de Cuenca, expectantes ante la IGP para diferenciar la calidad del producto

Expectación y preocupación entre los productores y artesanos del mimbre de la provincia de Cuenca. Tras el avance en la creación por parte de la Comisión Europea de una Indicación Geográfica Protegida (IGP) para distintas artesanías de Castilla-La Mancha, este sector, muy reducido en los últimos años, confía en la distinción del producto para asegurar el futuro. Lo hemos analizado en Hoy por Hoy Cuenca con el artesano José Luis Encijo y con el productor Alberto Cano Herrranz. El Gobierno de Castilla-La Mancha aplaude la propuesta de la Comisión Europea de crear una IGP para diferenciar la artesanía de la cuchillería de Albacete, la cerámica de Talavera y Puente del Arzobispo, la espada y el damasquinado toledano, los encajes de Almagro, el oficio de Lagartera o el mimbre de Cuenca y Priego, una protección en toda la Unión Europea como la que tienen ya algunos productos agroalimentarios. Esta regulación supondrá, entre otros factores, una mayor seguridad jurídica tanto a los productores como al consumidor, según indican desde la Junta. De esta forma se reconoce el valor añadido del producto, así como su valor comercial y cultural. También se persigue proteger a la artesanía del mimbre de las falsificaciones y la competencia desleal. Esta nueva regulación europea, además de beneficiar a los artesanos y productores, supondría un beneficio para el turismo, el comercio y la promoción del territorio, revitalizando las zonas rurales de la región y potenciando su patrimonio cultural. El mimbre se ha cultivado tradicionalmente en las riberas de los ríos Escabas Trabaque y Guadiela, en las comarcas conquenses de la Alcarria y la Serranía. En uno de estos pueblos, en Villaconejos, encontramos a José Luis Encijo, el único artesano del mimbre que vive de esta profesión. “Nos parte una medida interesante”, dice Encijo, “porque lo primero es dar a conocer la calidad de nuestro mimbre que es diferenciada con otros. Y sobre todo que hay gente que está vendiendo mimbre sin ser ni siquiera mimbre, pero aunque fuese mimbre no sería de la calidad que tenemos nosotros. Por lo tanto es bueno que se nos reconozca con ese sello de calidad como es la IGP”. En Cañizares persiste la artesanía del mimbre por parte de tres amigas que aún se juntan para hacer cestas, aunque no se dedican profesionalmente al sector como es el caso de José Luis Encijo, cuya preocupación con ese otro material que parece mimbre, pero no es mimbre, como dice él, se refiere “a juncos y médulas importadas desde países asiáticos que lo trae de allá y lo venden como si fuese mimbre de aquí. En algunas ocasiones hemos tenido que corregir estas informaciones falsas”. El taller de José Luis “esta a tope de pedidos”, dice. “Llevamos algo más de un año, tras el padrón de la pandemia, con un despertar y un interés por cosas nuevas. Tenemos más pedidos de los que podemos fabricar nosotros. Antiguamente, como había más talleres, el que cogía un pedido amplio lo repartía entre todos para poderlo fabricar en común, pero ahora estamos tan solos que tenemos que limitarnos a nuestras posibilidades nada más”. En las décadas de los setenta y ochenta, el cultivo del mimbre supuso una importante inyección económica en las familias de esos pueblos. Pero desde hace treinta años, con la entrada de productos asiáticos como la médula, a la que hacía referencia José Luis Encijo, cada vez se produce menos. En Cañamares, Alberto Cano, gerente de la empresa Mimbre Ribera del Escabas, ve con preocupación el futuro del sector. “Creemos que es demasiado tarde”, dice en referencia a la creación de la IGP para el mimbre. “Las plantación prácticamente han desaparecido. Queda un cultivo casi inexistente. Creemos que al mimbre le queda apenas una década. No hay mano de obra y esta generación actual no quiere continuar”. En Ribera del Escabas cultivan el mimbre y elaboran rollos para vallados y cerramientos, sombrillas para jardines y playa y tienen a la venta el mimbre en distintas variedades (blanco, negro, natural y buff) para su uso en cestería. “La única manera que creemos que puede haber para mantener el sector es que no venga importación china que llega a un precio muy bajo y el ciérnete, al final, busca precio no calidad”, explica Cano. “El mayor problema del mimbre y el que le lleva a su desaparición es que se ha importado muchísima artesanía, sobre todo de China. Un producto que viene a muy bajo coste y el artesano de aquí no puede trabajar a ese precio. Es casi imposible encontrar una cesta elaborada en España”.

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La Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha promueve con la Comisión Europea crear una Indicación Geográfica Protegida para diferentes productos artesanos de la región

Paco Auñón