Victoria Lomasko, artista rusa: "El régimen de Putin me ha hecho invisible"

Madrid

Victoria Lomasko, artista y activista rusa, nunca se imaginó que tendría que abandonar su país de forma tan abrupta. Con el estallido de la guerra en Ucrania, el régimen de Putin ha recrudecido las leyes contra aquellos que, como Lomasko, alzaban su voz contra el mandatario ruso y trabajaban para medios occidentales denunciando la situación que se vive en su país. A muchos los han calificado como 'agentes extranjeros' y a otros como 'traidores nacionales'. Un señalamiento público que les impide trabajar y que puede llegar, incluso, a suponer penas de cárcel. Tan solo un 20% de los habitantes del país -144 millones- se ha manifestado en contra del mandatario. Esta situación ha obligado a Lomasko a huir de su Rusia con unos pocos rublos, una pequeña maleta y Dwarf, su gato. Victoria Lomasko es autora del libro 'Otras Rusias', editado por Godall Edicions.

Cuando empezó la guerra, Lomasko se dio cuenta de que no tenía opciones para vivir en su país: "Me di cuenta de que vivía en un país fascista, donde no hay espacio para quienes no apoyen a Putin". La vida en Rusia, cuenta Lomasko, empeoraba mes a mes desde mucho antes de la invasión de Ucrania. "Llevo años sin poder vender, exponer o imprimir mi obra dentro de Rusia. Por ejemplo, durante la pandemia no tuve ningún encargo dentro del país. En dos años de pandemia solo tuve un encargo para dibujar una pequeña ilustración. Es un castigo por parte del régimen de Putin, el castigo de ser absolutamente invisible", denuncia la activista.

"Soy una artista internacional, toda mi carrera, las exposiciones en otros países, se perdieron con la pandemia y las restricciones. En Rusia solo he sobrevivido. Vivía en mi pequeño apartamento y solo podía sobrevivir. Vivía pensando que cuando sonara el timbre podría ser la policía", relata Lomasko. Decidió abandonar Rusia el primer día de invasión, asegura que fue todo un "shock" para ella. "Era peligroso estar allí. Las fronteras están prácticamente cerradas y hay mucha represión, sobre todo, en Moscú, donde vivía", expresa.

La activista rusa compró un billete a Kirguistán, una antigua república soviética en Asia Central, donde tenía algunos contactos que se comprometieron a ayudarla. Desde allí, una productora belga que trabajaba en documental sobre Lomasko desde 2021 trató de hacer todo lo posible para que pudiera viajar a Bruselas y así acabar la cinta. Finalmente, lo consiguió. "Fue muy complicado", recuerda la artista. La embajada belga no le facilitaba el visado, pero "sin saber cómo, mi productora consiguió un visado en la embajada francesa. Desde allí pude volar a París y llegar a Bruselas. Fue toda una sorpresa para mí".

Ahora en Bruselas, en Europa, se siente segura. "Llevo aterrorizada dos años. Estar aquí es como haber bajado a la tierra desde Marte. Cuando camino por la calle miro a la gente y trato de recordar cómo se vive una vida normal", explica. Cuenta que no se siente discriminada por ser rusa en estos momentos tan convulsos para su país, que la gente la apoya y está "muy agradecida", pero que no puede abrirse una cuenta bancaria. "Imagínate vivir en una época como ésta sin tener una cuenta a tu nombre", resalta.

Su visado tiene una duración de tres meses. Cuando acabe no sabe que será de su vida. Su futuro es aún incierto. No tiene planes. Pero sí que tiene claro que no podrá volver a Rusia hasta que "Putin abandone el poder". Explica que entrevistas como esta, concedida a la Cadena SER, podrían llevarla directamente del aeropuerto a la cárcel.