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Desahucios, cuando no sólo te quitan el hogar

Rosario, de 98 años, fue desahuciada por error hace un año. La visitamos, y también vamos al gran trastero de Sant Andreu de la Barca, un pueblo de Barcelona con un almacén para que personas que han sufrido un desahucio guarden sus cosas.

La historia de esta mujer casi centenaria es la de alguien a quien echan de su casa por un error de la comitiva que acudía a desahuciar otro piso del mismo bloque

Barcelona

Hace un año que la vida de Rosario Bravo, vecina del barrio de La Torrassa de l'Hospitalet de Llobregat, Barcelona, se desencajó. Una comitiva judicial acudió el 19 de febrero de 2020 a desahuciar un piso de su edificio. Había dos funcionarios judiciales, el administrador de fincas en representación de la propiedad, un cerrajero y cuatro operarios. Iban al Ático Primera. Erraron. Por un piso. Un botón del ascensor. Un puñado de escaleras. Desahuciaron el SobreÁtico Primera. La casa de Rosario.

Ella, en aquellos días, no estaba en su piso. Se encontraba mal y pasó una semana en casa de Emiliano, su hijo mayor, que vive en Terrassa. Al cabo de poco descubrieron el pastel. Le habían quitado nevera, lavadora, mini-pimer, microondas, joyas, 5.000 euros en efectivo, la vajilla de plata, la tele... Incluso una garrafa de aceite de oliva.

Lo más duro para Rosario ha sido perder la única foto que tenía de la boda con su maridon - enmarcada con honores y con un material bonito - y su libro de memorias, dónde escribía sus recuerdos desde la Guerra Civil. No vaciaron cuarto por cuarto, sino que se fueron llevando cosas de aquí y allá. Esto ha levantado sospechas claras en la familia.

"¡Se lo han quedado! ¡Y son mis cosas! Es mi vida...", exclama Rosario. Su hijo Emiliano es aún más contundente: "las abuelas y las madres de estos señores que se quedaron toda la vida de mi madre no les perdonarían si supieran lo que han hecho". Hace meses que reclaman por tierra, mar y aire, pero de momento no han obtenido ninguna respuesta.

La versión del cerrajero es que los cuatro operarios que fueron con él a vacias el piso dejaron todas estas cosas en la calle. Un año después, no las ha recuperado. Y Rosario ya ha perdido casi toda la esperanza. La família quiere que se haga justicia, y ha llevado el caso a los tribunales, pero el juez de instrucción archivó la causa. No ve indicios de delito. No se ha identificado a los cuatro operarios que vaciaron el piso, y se considera "un error humano" que el administrador de fincas no identificara la vivienda que tenía que ser desalojada correctamente.

Además, la ley no está de su parte. En un desahucio, las personas ocupantes del piso tienen un plazo de tiempo para sacar sus cosas... "Un plazo que suele vencer el día del desalojo. Si aquél día todo continúa allí, se consideran objetos abandonados a todos los efectos. Y pasan a ser del propietario". Lo cuenta Estela Bergel, directora del Servicio Especial de Lanzamientos de Barcelona, que coordina todos los desahucios de la capital catalana. Aun así, no siempre se es estricto con la ley, y hay grietas y mecanismos para que las familias vulnerables no lo pierdan todo cuando son desalojadas a la fuerza.

Episodio 9 | El hundimiento de Casado, el desahucio de Rosario, el recuerdo de Martí Gómez

29:19

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El gran trastero de Barcelona, en Sant Andreu de la Barca

A 30 km de Barcelona, en una ciudad pequeña de casi 30.000 habitantes, hay un gran polígono industrial. Una de las naves es la de Aliance Brother, la empresa que gestiona un gran trastero que alberga, sobretodo, objetos, pertenencias y recuerdos de personas que han sufrido desahucios. Es un servicio que el Ayuntamiento de Barcelona puso en marcha el 2016, y en el que se gastó en 2020 un millón de euros. Da cobertura a 225 personas actualmente, aunque en su pico, el 2018, llegó a 540.

Es una nave enorme con pasillos y pasillos de enromes cajas de madera de 5 metros cúbicos que se entrecruzan en líneas paralelas y perpendiculares que llegan hasta el techo. Jose Miguel Cuenca dirige este lugar. Servicios Sociales ofrece este servicio a las personas que están a la espera de desahucio, y siempre que se puede, se coordinan con el personal del trastero para trasladar sus pertenencias. El contrato inicial es para tres meses, "pero si te alargas nadie va a tirar tus cosas al vertedero", señala Cuenca. Hay contratos, como el de Jessica Mendoza, que se han alargado hasta casi 3 años. "Nosotros queremos que todo el mundo esté a gusto, que vengan a ver sus cosas cuando quieran, sólo necesitamos que pidan cita previa para poder atenderles mejor", concluye Cuenca.

Cada caja alberga una hogar, cada rótulo con nombres tiene una familia detrás, y caminando entre los pasillos de este enorme almacén se nota el peso de cientos de vidas que han quedado interrumpidas, sesgadas, por un desahucio que lo ha trastocado todo. Y este polígono industrial, desangelado, con un punto decadente y sin nada bonito por fotografiar, se convierte en su refugio a la espera de que vengan tiempos mejores.

Oriol Soler Pablo

Oriol Soler Pablo

Redactor de informativos en Ràdio Barcelona, especializado en medio ambiente, biodiversidad y emergencia...

 
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