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Trauma

La opinión de Juanma Cifuentes, actor y director teatral

Firma de opinión | Trauma

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Os he de confesar que no soy mucho de premios y de reconocimientos, aunque si los hay, me gusta siempre que puedo recibirlos y compartirlos.

Mi actitud suele ser fría y escéptica y seguro que debe ser por algún trauma que arrastro desde mi infancia y que aún no he podido resolver.

O quizá, es que nunca vi a uno de los míos festejar los méritos de sus trabajos, aunque tuviesen razones más que merecidas para recibirlos.

Debe ser un problema familiar sin resolver, un día de estos me hago una constelación familiar y con un poco de suerte me quito el trauma personal, el familiar y por obra de birlibirloque, algunos kilos que creo que me sobran.

Eso es lo que tiene el pensamiento holístico del que soy muy partidario que siempre pensamos que en cuanto destaponemos algún trauma se producirá en nosotros un cambio radical a nivel físico. Me lo tengo que hacer ver.

Aunque no sé si mirármelo, no vaya a ser peor el remedio que la enfermedad. A pesar de no gustarme los premios, procuro ver los que se retransmiten y por supuesto que tengan que ver con mi profesión, por desgracia en directo me dan agorafobia, sin duda otro trauma que no me he mirado, más que nada por lo que pueda costar quitármelo de encima.

En esta ocasión y ante los resultados de las galas precedentes a los Premios Goya, decidí irme a celebrar el cumpleaños de un muy buen amigo.

Y ahora que los he visto en diferido, confieso con un poco de reparo que las actuaciones improvisadas en el cumpleaños, estaban más afinadas, eran más graciosas, emotivas y ocurrentes que las que me he tragado por televisión.

Será por eso que engordo, porque no mastico las cosas lo suficiente y se me hacen bola redonda en el estómago.

Otro trauma que debo de mirarme aunque sea en una bola de cristal. En esta reflexión post fiesta de cumpleaños, de esos que terminan a altas horas de la madrugada, rememoro las galas que tengo en mi cabeza y me preocupa la incapacidad que tenemos en el gremio de preparar una mínimamente ocurrente.

Afinada. Divertida, o no. Llamativa. Interesante. Atractiva.

Una Gala de esas que dan gusto recordar. Como miembro de la Academia me preocupa, pero seguro que esta preocupación es otro de mis traumas de infancia.

También he de decir que no acierto los resultados de los premios. Si, he de confesar que nunca he tenido un pleno al quince.

Trauma seguro.

O que mis gustos no suelen coincidir con los de la mayoría.

Y en este interés por saber que profesionales han recibido su premio y cuales no para por lo menos tener una justificación de escribir mi opinión, el primer video que aparece en la pantalla de mi ordenador es el de don José Sacristán. Y al igual que mi amigo Pepe, me gusta utilizar de vez en cuando el comodín de las épocas pasadas y me pongo a recordar.

Recuerdo los momentos compartidos con mi familia, los que tengo de la tierra que me vio nacer y los valores que me inspiraron mi manera de ser.

Y al igual que en su discurso recuerdo el proceso de barbechar, de sembrar, de regar y de recoger la cosecha que la naturaleza da a bien concedernos.

Y con este carácter a veces pesimista que poco a poco se va apoderando más de mi, tengo la sensación de que cada vez se barbecha, se siembra, y se riega menos pero sin embargo hay mas gente recogiendo los premios que nos otorga la vida.

Y esta intuitiva vida se nos despista entre tanto premio, tanto candidato/a a ser premiado/a y tanto premiado/a que se postula como candidato/a a ser premiado/a, no se si me explico.

Y esta explicación, pésimamente explicada, se convierte en una especie de vellocino de oro que deslumbra y da esplendor pero no desinfecta y al final te quedas igual que estabas y lleno de bacterias y virus, por todas partes.

A este paso vamos a tener vacunas cada seis meses para rato En estos momentos en los que poseemos a la generación de jóvenes mejor preparados de la historia de la vida en este planeta y que nos ofrecen por medio de todas las plataformas posibles su sapiencia adquirida a través de sus suficientes años para tenerla, analizarla y compartirla.

Agradezco que una persona mayor, aquellos a los que hemos ido dejando sin voz, me hable de barbecho, de siembra, de riego y de poder recoger la cosecha llena de ajos que al final vende el querido Pepe Sacristán.

Felicidades Pepe por este merecidísimo premio que se ha hecho mucho de esperar y felicidades a cada una y uno de los nominados y nominadas, de los premiados y de las premiadas en esta Gala de los Goya.

Y perdonar que no haya asistido un año más pero es que me lo estaba pasando de “puto padre” con mis viejos amigos.

 
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